En Brasil las protestas se desataron debido al costo de vida en aumento y por el incremento del gasto público para la Copa Mundial.
La presidenta Dilma Rousseff debió cancelar sus planes de visitar Japón luego de que las protestas masivas estallaran en las principales ciudades de Brasil. Se informa que más de un millón de personas participó de la última ola de protestas, las cuales, en un principio, contaron con la mirada favorable de Rouseff, quien dijo estar orgullosa de que hubiera tantas personas luchando por un país mejor.
Si bien las protestas pueden haber sorprendido a gran parte de la comunidad internacional, en realidad son el resultado de un profundo resentimiento. Muchos analistas del país creen que el antagonismo político y económico se viene gestando desde hace tiempo. El aumento de USD $0,09 en las tarifas de ómnibus que dio pie a los levantamientos pone en evidencia que las tensiones ya alcanzaron su punto máximo. Tras varios años de crecimiento económico y modernización, es evidente que Brasil se encuentra, actualmente, frente a una inminente necesidad de cambio.
Los problemas económicos subyacentes
La protesta de Brasil parece haber desenterrado una "cantidad de quejas acumuladas" que remiten tanto a la galopante corrupción política como a la baja calidad de los servicios sociales y las altas cargas impositivas, según reportes de The Atlantic. Las tasas impositivas locales son comparables con las del Reino Unido o Alemania aunque no comparten la misma oferta de servicios sociales como para justificar dicha comparación. Por otro lado, Brasil se ubicó en el penúltimo lugar por la calidad de su educación, según una evaluación realizada sobre 40 países por la Economist Intelligence Unit.
El salario mínimo se mantiene bajo, y es por esto que los aumentos leves en las tarifas de ómnibus exaltaron al sector trabajador brasileño. Para los residentes de San Pablo que ganan el salario mínimo, usar el transporte público representa alrededor del 26 % de sus gastos, y esto hace que los lujosos proyectos de construcción asociados con la Copa Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 resulten cuestiones difíciles de digerir. Visto desde afuera, la inflación alta, un dólar revalorizado y una posible fuga del auge crediticio son, sin dudas, temas que generan preocupación.
¿Qué sigue?
Una observación interesante respecto de las protestas es que el 77 % de los manifestantes contaba con estudios universitarios. Como lo describió la popular publicación brasileña Folha de S. Paulo, dichos manifestantes "no representan la demografía brasileña" más afectada por los acontecimientos. A menos que las protestas logren, de algún modo, abarcar a más sectores sociales, es probable que con el tiempo se vayan disipando por la falta de consenso. La ausencia de un líder y las distintas facciones (partidos políticos opositores, movimientos sociales y organizaciones estudiantiles) que entran en combinación sugieren que, si bien el descontento no se reprimirá, las protestas futuras seguramente estarán dirigidas por activistas con agendas específicas.
Surgen las oportunidades
La Copa Mundial y los Juegos Olímpicos representan grandes oportunidades para Brasil, pero lo que esta protesta demostró es que para que el país prospere la recompensa se debe repartir en forma adecuada. Una economía que crece rápido no asegura un alto nivel de servicios sociales para la población en general, y estas protestas podrían despertar la voluntad política de garantizar que se satisfagan las necesidades sociales como corresponde.
El escritor David J. Maurrasse declaró al New York Times: "Los grandes encuentros deportivos pueden actuar como catalizadores de las mejoras reales y duraderas, dado que pueden reunir a los sectores públicos, privados y no gubernamentales. La Copa Mundial y los Juegos Olímpicos pueden colaborar en el fortalecimiento de las escuelas, mejorar la salud a través de la actividad y estimular el empleo".
Las protestas sacaron a la luz los desafíos que Brasil tiene por delante. Sin embargo, a medida que se aproximan la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos, también empiezan a brillar las muchas oportunidades que estos eventos atraen. Según el Comité Olímpico Internacional, las encuestas demuestran que la mayoría de la población apoya los juegos "y el legado que dejarán". Con mejores desarrollos de infraestructura y más interés internacional, es mucho más probable que el país prospere en lugar de fracasar.
Sin lugar a dudas, las empresas deberán seguir muy de cerca los acontecimientos de Brasil. Si tiene alguna inquietud sobre el impacto de la situación actual en el mercado, comuníquese con nuestros expertos de San Pablo o Río de Janeiro. En TMF combinamos nuestros vastos recursos en el mundo con nuestro conocimiento inmejorable de las normas, culturas e idiomas locales para que usted alcance sus objetivos comerciales.