Las políticas nacionales sobre los impuestos digitales han desatado la ira de muchas empresas y líderes políticos en un momento de fuertes tensiones sobre el comercio global.
Durante la última década, hemos visto que los países comenzaron a abordar los desafíos fiscales que surgen de la digitalización de sus economías. Quieren asegurarse que las compañías multinacionales que dirigen negocios importantes en lugares donde no cuentan con una presencia física sean gravadas con impuestos en tales jurisdicciones. Como cualquier otra propuesta de reforma tributaria, el consenso puede ser difícil de lograr porque que hay mucho en juego.
Analicemos el impuesto digital que Francia quiso imponer a Facebook, Google y otros gigantes tecnológicos estadounidenses. Los legisladores franceses votaron para imponer un impuesto del 3% sobre los ingresos que las empresas obtienen al proporcionar servicios digitales a los usuarios franceses. El país estimó que el impuesto recaudaría más de USD 500 millones, ayudando a llenar un vacío presupuestario a medida que se produce un mayor comercio online.
Italia, Austria y Turquía también impusieron sus propios impuestos a los servicios digitales a las grandes empresas tecnológicas, y varias naciones europeas, incluido el Reino Unido, la República Checa y España, anunciaron intenciones de implementar dicho impuesto. Estos países están frustrados por no lograr un consenso sobre un impuesto digital en toda la Unión Europea.
Las políticas nacionales sobre los impuestos digitales han provocado la ira de muchas empresas y líderes políticos en un momento de fuertes tensiones sobre el comercio global. Después de décadas de una globalización floreciente, el espectro de los impuestos más altos amenaza con complicar los pactos comerciales de larga data y agregar complejidad a las operaciones de las multinacionales.
El impuesto digital francés enfureció a la administración Trump, que amenazó con tomar represalias con aranceles sobre una variedad de productos franceses. Las dos partes alcanzaron una tregua el mes pasado, donde Francia acordó suspender el impuesto.
Toda la incertidumbre no es buena para la planificación fiscal. Las empresas deben repensar cómo se gravan sus operaciones a nivel internacional. Esto dará como resultado conversaciones estratégicas que irán más allá del departamento de impuestos y afectarán la forma en que las empresas operan internacionalmente.
Muchas multinacionales estadounidenses aún se están enfrentando a los recortes de impuestos de Trump de 2017, lo que causó que los impuestos sobre la propiedad intelectual global fueran mucho más complejos.
A la luz de estos cambios, hemos visto a compañías en jurisdicciones de todo el mundo cambiar sus estrategias impositivas para cumplir con las leyes en el país principal donde realizan sus operaciones, así como en los países hacia los que se han expandido.
Caso por caso: responder a las políticas fiscales que evolucionan
A medida que las empresas continúen su expansión en el extranjero en 2020 y en adelante, es imprescindible cumplir con estas políticas para garantizar el cumplimiento de las declaraciones de impuestos en múltiples jurisdicciones. Las compañías han hecho de estas nuevas políticas una prioridad, ya que se preparan no solo para responder a los cambios en las políticas fiscales, sino también para anticipar los próximos cambios que puedan surgir en los próximos años.
Con respecto a las compañías que ya se han adherido a las nuevas políticas fiscales internacionales, vemos que estos cambios se desarrollan de diferentes maneras.
Tome como ejemplo a los Estados Unidos. Bajo su sistema tributario híbrido-territorial, las compañías con sede en ese país pueden invertir sus ganancias en países extranjeros con impuestos más bajos para finalmente ver una obligación tributaria reducida. Los impuestos digitales servirían para contrarrestar esto, gravando a las empresas estadounidenses por sus operaciones digitales dentro de sus jurisdicciones, independientemente de las inversiones con impuestos más bajos. Como tal, vemos el potencial de las compañías estadounidenses para adaptar sus declaraciones de impuestos para retener los beneficios de inversión de impuestos más bajos.
Algunas empresas han tenido más facilidad que otras para adaptarse a esta evolución de la política en los últimos cinco años. Francia, por ejemplo, tuvo dificultades por parte de compañías extranjeras que operan dentro de su jurisdicción, ya que informan a una administración tributaria financiera separada con un conjunto completamente diferente de procesos que a menudo no son tan modernos o actualizados. Ahora que Francia ha retrocedido en su impuesto digital, estas dificultades pueden continuar.
En el futuro: qué esperar
Pero la lucha para gravar la economía digital no va a desaparecer. Incluso algunos críticos han pedido un enfoque más unificado, en lugar de una legislación país por país.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos está tratando de lograr que casi 140 países acuerden un plan para modernizar las políticas tributarias a fin de mantener el ritmo de la economía digital. Pero el lento ritmo de las conversaciones ha frustrado a muchas naciones, y un acuerdo global puede estar a años de distancia.
Respecto a las políticas que veremos en el futuro, podemos esperar que las empresas continúen creando estrategias geográficas para sus declaraciones de impuestos para 1) el cumplimiento fiscal global ya sea en respuesta a las políticas fiscales digitales actualizadas o anticipándose a las mismas, y 2) el mantenimiento de ingresos fiscales adecuados a la luz del aumento de los impuestos como resultado de estas políticas.
No obstante, queda por ver si se producirá un efecto recíproco, es decir, si la adaptación de las compañías a las leyes fiscales digitales fomenta la evolución de dichas leyes para garantizar aún más el cumplimiento fiscal. Una cosa es cierta, sin embargo, que la única constante en el derecho tributario internacional es el cambio…y las compañías deben ser proactivas en la forma en que se preparan y responden a estos cambios.
Las compañías deben adoptar un enfoque holístico para garantizar que sus operaciones globales están en cumplimiento en todas las jurisdicciones en las que operan. Si eso constituye una evaluación interna de los procesos de presentación de impuestos actuales o una consulta con su equipo contable para determinar el mejor curso de acción a la luz de una posible adopción de una nueva política, debe ser a su discreción y puede depender de las jurisdicciones en cuestión.
Este artículo se publicó originalmente en GlobalTradeMag.com.